Este relato fue escrito en mayo de 2011 a medias con un amigo y excelente escritor, al que animo desde aquí a que abra un blog y publique sus relatos, ya es de lo mejor que he leído últimamente. Le envidio sobre todo su maestría para dar un final a los relatos, lo que a mi me cuesta tanto…
Desde aquí, un beso para Flakos76, al que espero ver conectado algún día de estos por el msn… 😉
(Empieza seisCuerdas)
Estás tumbado sobre una cama. Hay un cabecero de forja, con barrotes, detrás de tu cabeza. Estás apoyado sobre unos almohadones, No sabes muy bien qué te va a pasar, ni tampoco lo qué me pasa a mí por la cabeza. Lo que sí sabes es que tú me has usado como has querido… y ahora yo voy a hacer lo mismo contigo. Eso te atemoriza, pero también te excita…
Yo estoy enfrente de ti. Sonrío, si, efectivamente, como si tuviera un secreto divertido que sólo sé yo. Y, en este caso, es cierto: sólo yo se lo que te va a pasar. Tú me preguntas que te voy a hacer, y yo sólo sonrío, mirándote a los ojos. Llevo puesto un vestido negro corto, con unos zapatos de tacón muy alto. Me lo quito despacio, sacándolo por la cabeza, y quedándome sólo con un sujetador de encaje negro y un tanga a juego de encaje, bastante pequeño y medias negras. Tú me dices que me de la vuelta, que quieres verme bien. Yo me giro de medio lado, luego me doy la vuelta, pero sólo un momento. Cojo unas esposas metálicas que hay en una mesita al lado de la cama. Me acerco a la cama, y en tu mirada estoy viendo, otra vez, esa mirada que indica que quieres cogerme y manejarme a tu antojo. Pero esta vez no. No te voy a dejar. Te digo al oído lo que te va a pasar… por el momento: te voy a poner las esposas, porque voy a hacer contigo lo que me de la gana. Por el tono en el que lo digo, tu no te atreves casi ni a preguntar, y por cierto, observo que mis palabras han hecho que tu polla esté completamente animada otra vez, tocando tu estómago. Sonrío, me gusta, me encanta tener ese poder sobre ti. Notas el metal contra una de las muñecas, paso la cadena que tienen por los barrotes del cabecero y luego sujeto la otra mano.
– ¿Estás cómodo? – te pregunto
– Si…
– Mejor… porque vas a estar un buen rato así – te digo, sonriendo de nuevo. Casi puedo notar el miedo que sientes, a lo mejor debería tranquilizarte, pero no lo hago
Ahora que estás sujeto, no pierdo de vista tu cara. No quiero perderme ni un gesto, ni una mirada. Me sitúo sobre la cama, justo encima de tus piernas. Se que verme con el conjunto negro que llevo, sin poder tocarlo, ni arrancármelo, te desespera. Me quito lentamente el sujetador, bajo los tirantes, deliberadamente despacio, y antes de desabrocharlo por detrás, acaricio mis pezones un poco, para ponerlos duros, por encima del encaje. Me acerco a ti, me quedo con las rodillas en la cama, y encima de ti, con las tetas justo a la altura idónea para que te las puedas comer a gusto. Dejo el sujetador despacio a un lado y acerco mis tetas a tu boca. Tú lames despacio el pezón, hasta que se endurece en tu boca y cuando esto ocurre, lo muerdes un poco, luego pongo el otro y haces lo mismo, aunque esta vez muerdes un poco más fuerte. ¿Acaso quieres vengarte de mi por tenerte inmóvil? Pues no hemos hecho más que empezar… Me retiro poco a poco de tu boca, y ahora bajo a besarte. Un beso largo, muy largo, un señor morreo, recreándome en él, y notando, por el contacto de la piel de mi estómago con tu polla que esto no ha hecho más que empeorar las cosas. Te estás poniendo realmente caliente, que es mi objetivo. Lo noto por los pequeños jadeos y tu respiración entrecortada, bueno, si, y por las chispas que te salen de los ojos. Lo que más te jode es estar sometido, lo se, te jode y te excita a partes iguales. Mis ojos deben de estar lanzándote una mirada de triunfo, porque te tengo como quería…
Después del beso… comienza la tortura para ti. Me doy la vuelta, quedándome igual que antes, es decir, con las rodillas sobre el colchón, las piernas separadas sobre las tuyas, pero mostrándote el culo, apenas cubierto por el encaje negro. Imagino tu cara, y eso hace que yo me excite, me moje muchísimo. Me inclino sobre tu cuerpo y doy pequeños lametones a tu estómago, en esa posición en la que estoy imagino perfectamente lo que piensas. Acerco mi boca a tu polla, le doy más lametones ligeros y rápidos. Tienes toda la punta chorreando, llena de líquido transparente, que me va a servir perfectamente para mis propósitos. Me doy la vuelta otra vez, para poder mirarte a los ojos, mientras froto toda esa crema por la punta de tu polla, lentamente… Luego la sitúo entre mis tetas, y la cojo bien entre ellas, haciendo que resbale. Lo hago despacio, aunque sé que quieres follármelas, pero no estamos aquí cumpliendo tus deseos, sino los míos. Y los míos son llevarte al éxtasis, sí, pero pasando por todas las etapas, sin saltarnos ni una. Dejo que tu polla resbale sobre mis pezones, y en un momento dado, me escurro hasta ella y me la meto en la boca. Sólo un poco, lo suficiente para que notes su calor. Hago que resbale sobre mis labios, te miro y te veo ahí, desesperado, pero disfrutándolo. Tu polla está durísima, tensa, paso la lengua por la punta, insistiendo en los pliegues. Entonces, me la meto, de repente, casi toda en la boca, y la succiono lentamente. Noto como todo tu cuerpo se arquea y gimes. Me la saco de la boca lentamente y te miro. Te miro, y te digo:
– ¿Sabes una cosa? Verte así de cachondo me ha puesto muy caliente a mí también. Tengo ganas de follarte… Pero no se te ocurra correrte, ¿estamos? – te digo en un tono que te deja bien claro que no bromeo
Tú no me puedes casi ni responder. Asientes un poco con la cabeza, mientras ves como me monto sobre tu polla y me muevo sobre ella, muy despacio al principio. Decido aumentar el ritmo y joderte un poco, sé que debes estar intentando aguantarte, estás deseando correrte, pero sabes que no puedes. Y entonces te escucho decir con tono tenso:
– Así, fóllame así, rápido, zorra, vamos, muévete…
Esto no lo puedo consentir. Me paro en seco, dejándome tu polla bien clavada hasta los huevos y te digo:
– ¿Qué dices? ¿Me estás llamando zorra, cabrón?
– Si… te estoy llamando zorra, porque lo eres…
– Muy bien… te acabas de cubrir de gloria, campeón… ¿Así que soy una zorra?
– De las peores que conozco…
– Y después de esto… lo vas a pensar aún mas… – te digo, con la mirada fija en la tuya.
(Aquí sigue Flakos76)
Lo último que veo antes de que un pañuelo de seda me cubra los ojos es una sonrisa en su cara que me hace pensar que está tramando algo. Y su expresión no me deja adivinar si eso que se le pasa por la cabeza va a ser bueno o malo. Hacía sólo un momento la había usado como si fuera un juguete. Como si fuera mi juguete. De esos que no se pueden romper. De los que puedes hacer con ellos lo que quieras. Sin límites. Y me había sentido poderoso, sabiéndola a mi merced. Cumpliendo todos mis deseos. Cobrándome el cheque en blanco que le había forzado a firmar. Había logrado sacar mi lado más salvaje. Más elemental. Más básico. Y la sensación había sido de absoluto poder. De control total.
Pero ahora, privado de la vista, agudizando todos los sentidos que me quedan, esposado al cabezal de una cama y con mi polla como su rehén, me siento totalmente expuesto, vulnerable, indefenso. La primera sensación que tengo es la absoluto terror. Puede hacer conmigo lo que quiera. Literalmente. Tal y como momentos antes lo había hecho yo con ella. Noto como mi pulso se acelera y mi respiración se acentúa. No puedo dejar de sentir la excitación de estar dentro de ella, como tampoco puedo dejar de sentir miedo. No habíamos puesto ninguna norma. Y lo único que se me ocurre es dejarme llevar, como muchas otras veces. Ella tiene el control.Como si fuera la entrada al último acto, noto que me hace salir de ella. Vuelvo a estar solo. Y mis oídos no pueden dejar de escuchar como, a través de una vieja radio, con sonido distorsionado, Adele me cuenta cómo tengo que rodar por las profundidades. Y creo que efectivamente, a eso voy.
Sus manos empiezan a acariciar mi polla, mis huevos con el aditivo de algún tipo de crema que multiplica el calor en la zona. Siento que si sigue así no tardaré nada en explotar, pero ella lleva bien los tiempo y no me deja. Repasa con sus dedos, con las palmas de sus manos, la única zona de mi cuerpo que podría quemar. Sólo oigo la musica, casi como si ella no estuviera allí. Sus manos abarcan cada vez una área más amplia de mi cuerpo y sus dedos, exploran, seguros mi zona peritonea, mis nalgas, mi ano…Me da tiempo a pensar «No lo hagas hija de puta….»
Pero lo hace. Uno de sus dedos se introduce en mi culo. Posiblemente la punta nada más, pero lo noto como si estuviera alojado hasta el nudillo. Me contraigo por un dolor desconocido, difuso….placentero, sorprendente….y mi polla, si cabe, se endurece más aún. Me da la sensación que la piel se rajará como si fuera una camiseta vieja. Ella sigue masajeando mi polla mientras uno de sus dedos perfora mi culo, cada vez más fuerte. Tengo la sensación de que si me corro es este momento moriré de placer. Y mientras me esfuerzo por no eyacular, ella rápida, sin compasión ha metido otro dedo y empuja con fuerza. Ahora sí hay un dolor de verdad, pero no puedo decirle que pare. No quiero decirle que pare. Me está violando literalmente. Y yo, sin remedio dejo que lo haga. Mis pulsaciones siguen subiendo. Empiezo a perder el control. Y lo poco que me queda, desaparece cuando noto el aire que produce un susurro en mi oído: «Te voy a follar….» Estoy confundido, aterrado y brutalmente excitado. ¿No me estaba follando ya?. La venda que cubre mis ojos desaparece y me ofrece un espectáculo difícil de digerir.
Ella esta arrodillada entre mis piernas abiertas. Con la ropa interior desarreglada, enseñándome sus grandes pechos, cubierta de sudor y crema. En los ojos una mirada desquiciada de puro vicio y una sonrisa macabra, inquietante. Y entre sus piernas una polla de plástico brillante, enorme. El terror que siento no me impide ver todos los detalles de aquel aparato. El relieve de las venas, los pliegues de la piel, el glande, amenazador. Y aunque ya no tengo el pañuelo de seda en mis ojos, noto de alguna manera que vuelvo a estar cegado. De excitación y de deseo. Y casi no me doy cuenta que me obliga a chupar esa polla de plástico, tal y como yo le había obligado a chupar la mía cuando yo era el dueño. Y tampoco cuando me dice que me va a penetrar. O si me doy cuenta. Porque me sorprendo a mí mismo respondiéndole: «Dios… si, joder, fóllame….»
Su sonrisa se ensancha, como la de una persona hambrienta que esta a punto de darse un festín. Noto la presión del plástico en mi culo, valorando. Y me asusta ver que, después de ese primer contacto y después de una ligera presión, se dilata para dejar entrar la punta. Mi polla, increíblemente sigue creciendo. Logro decirle, entre jadeos que tenga cuidado. Pero su mirada me dice que no lo tendrá. La noto a punto de perder el control y a punto de que me lo haga perder a mí. Me trata con cariño. Solo unos segundos, hasta que yo noto y ella también, que tengo todo el juguete de plástico introducido en mi culo.
– Ya esta toda…ahora voy a empezar a moverme ¿estas preparado?- parece que pregunta, pero yo se que no es una pregunta. Es una información y una suposición. Yo no estoy preparado. Nunca lo he estado para eso. Pero no puedo decirle otra cosa que:
– No se, sí, muévete….- y luego, como si algún interruptor en mi interior hubiera cambiado de posición la miro desafiante- fóllame….
Ella empieza a moverse sin cuidado, sin miramientos, con la mirada de una persona enloquecida, apuñalándome con la polla que lleva atada a la cintura. Y yo, no puedo más que abrir las piernas y abandonarme al placer innegable que me está produciendo que me folle de esa manera. Sus manos no dejan de pajearme. Con movimientos convulsos, incontrolados pero enormemente excitantes. Me da la sensación de que, absolutamente todas mis terminaciones nerviosas desembocan en la zona de mi polla y de mi culo, ambos abusados hasta el límite. Mis ojos están cerrados, mis manos agarran el borde de la cama hasta provocar deformaciones en el colchón, mi cuello se estira imposiblemente, dejando ver los tendones que lo forman, tensos como cuerdas. Oigo, a duras penas, que quiere que me corra encima de sus pechos, y cuando inclino la cabeza, y los veo botar al ritmo del golpe de sus caderas no puedo aguantar más…
Un chorro enorme, imposible, interminable de semen baña sus pechos, sus pezones, su abdomen y mientras, no puedo hacer otra cosa que retorcerme en la cama de placer, con la polla de plástico metida todavía en el culo y soltando un grito desesperado y primitivo. Intuyo que ella esta llegando a su propio orgasmo al verme a mí mientras se masturba y termina sus convulsiones apoyando su sexo en mi boca, para que yo, todavía excitado me la beba…
Estoy tumbado en la cama, en posición fetal, agarrado a la almohada. Y con los ojos cerrados, asimilando todo lo que ha pasado. Noto como en mis labios se posa un beso. El partido ha acabado, pero yo, todavía exhausto, ya estoy pensando en cómo tomarme la revancha…..