(abril de 2012)
Todo un reto meterme en una piel masculina. Me gustó travestirme, quizá lo haga más a menudo. Se la dedico a Seox, que fue quien propuso el reto 😉
Es evidente que llevarla a ese pub no era casualidad. Conozco su fantasía, sé que tiene mesa de billar… y además, es de un buen amigo mío que me había dejado las llaves y el encargo de “cerrar” el bar esa noche. Cosa que ella desconocía, por supuesto. También que tenía una habitación reservada en el hotel que está enfrente. Estos eran mis ases en la manga y el juego seguía en marcha.
Llegamos al pub más bien tarde, a las 3:00 más o menos. Una buena hora para lo que yo pretendía, que era ni más ni menos que se fuera vaciando de gente. Notaba que ella estaba cachonda perdida, se le nota mucho en la cara y forma de actuar, y la conozco bien. Intentaba disimular, pero sabía que estaba a punto de caer.
—Estoy pensando qué puedo hacer contigo cuando hayas cedido —susurré en su oído, mientras me pegaba a ella por detrás, le ponía la mano en la cadera, acariciándosela y muriéndome de ganas por arrancarle el vestido y follarla allí mismo, sabiendo que no llevaba nada debajo.
—Todavía no has ganado – me respondió ella, mientras se apoyaba en mi, haciendo presión con el culo sobre mi polla, que estaba ya bastante animada.
—¿A que no sabes una cosa? –volví a susurrar mientras le rozaba el cuello a la vez. Esto le pone a cien
—Si no me la dices… —la voz le estaba empezando casi a temblar de la excitación
—Que tengo las llaves de este garito. Y que lo vamos a cerrar tú y yo…
—Joder…
—¿Qué? —le dije, sonriendo —¿Qué te pasa? —estaba a punto de caer, y yo a punto de ganarle la partida.
—Que eres un hijoputa. ¿Por qué me conoces tan bien?
—Eso no es lo que quiero oír. Dímelo —le dije al oído, susurrándole de nuevo.
—¿Qué quieres oír, cabrón? ¿Que quiero que me tires encima de esa mesa y me claves la polla? ¿Que estoy chorreando? —su mirada era puro fuego y puro vicio
—Sí, me gusta oír eso, aunque me bastaba con que me dijeras, «has ganado» —sonreí —Y ahora que he ganado, ya puedo decirte tranquilamente que voy a hacer eso que me has dicho con mucho gusto. Voy a ponerte contra esta mesa y te voy a follar hasta que grites. Pero eso será después de que me divierta un poco contigo primero. Ya se qué quiero.
—Qué miedo me das cuando pones esa cara de guarro —me dijo, y probablemente tenía razón, porque estaba muy cachondo ya.
—Lo primero que quiero es que te corras ahora mismo. Aquí, delante de toda esta gente.
—No se si voy a ser capaz…
—Te voy a ayudar todo lo que pueda, sin armar un escándalo.
—No puedo, estoy que me muero, joder, pero necesito que me toques, si no no creo que pueda —me dijo.
—Bien, pues tendrás que hacer algo entonces.
— ¿Qué quieres que haga?
—¿Ves a esos dos que hay ahí sentados, al fondo?
—Sí.
—Quiero que te los folles. A los dos.
Me miró como diciendo “no serás capaz”. Pero sí, a esas alturas era muy capaz, y me moría por verla doblada de gusto follada por aquellos dos tíos.
—¿Aquí?
—Encima de esta mesa que tanto te pone
—¿Y tú?
—Yo también, claro. A ver si te crees que me voy a quedar así —con disimulo, le cogí la mano y se la puse encima de mi polla, que cada vez quería esconderse menos.
Ella estudió a los dos y luego me miró retándome: había aceptado. Sonreí, me acerqué a ella, cogiéndole por la cintura, y la besé con ganas, sabiendo que eso le pondría aún más cachonda.
El bar se estaba quedando prácticamente vacío. Los dos tipos-objetivo estaban empezando a apurar las copas y moviéndose para irse, pero estuvo rápida. Fue hacia donde estaban con otras dos en la mano. El último cliente, excepto nosotros mismos y ellos dos, salió por la puerta.
—Invita la casa —les sonrió
—Vaya, muchas gracias, pero ya estabais cerrando, ¿no? No queremos molestar…
—No, de verdad, no es ninguna molestia —volvió a sonreír, encantadora. Hasta os podemos echar una partida al billar, si os apetece —les dijo, guiñándoles un ojo.
Los dos eran de su gusto, tirando a altos, morenos y con cuerpo bien formado. El que estaba a su derecha no dejaba de mirarle las tetas, casi sin poder disimular y el otro también se la comía con la mirada, pero lógicamente se contenían. Ella iba bastante bien, pero decidí echarle una mano, para acelerar el proceso.
—¿Te gusta lo que ves? —pregunté, mirando directamente al que le miraba las tetas.
—Eh… oye, mira, tío, perdona, no, es que… —dijo, sin saber dónde meterse.
—Tranquilo — sonreí —No pasa nada, es más, a ella le gusta que la mires. De hecho, esta deseando que hagas algo más que mirar, ¿verdad?
La miraron con ganas, y ahora ya sí sin disimular para nada. Yo sonreí y fui a la puerta, saqué las llaves y eché el cierre. Cuando volví, ella se estaba morreando con uno de ellos, mientras el otro se quedaba allí un poco apartado. Yo me acerqué por detrás y la acaricié ligeramente, con lo que el otro entendió que había vía libre. Ella entonces fue caminando hacia la mesa de billar. Se subió de un movimiento al borde, se bajó el vestido, quedando desnuda de cintura para arriba, y abrió las piernas completamente.
—Cómeme el coño. Ahora —le dijo a uno de ellos.
Él obedeció. Agachándose un poco, separó aún más sus piernas con las manos y se sorprendió de lo mojada que estaba.
—Joder, si estás empapada…
Entretanto yo me coloqué por detrás de ella, subiéndome a la mesa para poder hablarle al oído y acariciarle las tetas, cosa que le vuelve loca, especialmente cuando le están comiendo el coño. Se las cogí con las dos manos e hice que sus pezones se pusieran duros al rozarlos con la palma. Qué sensación notar cómo se endurecían, pero aún mejor notar como se iba retorciendo de gusto, cuando se los apreté ligeramente primero y, al notarlos completamente duros, pasé a manipularlos con un poco más de dureza, no le molesta cuando se excita tanto. Y el que estaba entre sus piernas se estaba afanando bien, porque entre mis caricias y su lengua estaba muy bien atendida. Le susurré al oído, sin perderme detalle y ni uno solo de sus gemidos.
— Te vas a correr, ¿verdad?
—Sí —jadeó ella, casi sin poder hablar.
—Cuando lo hagas, el otro te va a follar, bien follada, mientras le comes la polla a este chaval que te está comiendo el coño tan bien.
El orgasmo le sorprendió en medio de mi frase. Empezó a temblar y a retorcerse de placer bajo la lengua del otro y mis caricias. La ayudé a que bajara de la mesa. El otro chico se puso en el lugar donde había estado ella, sentado en la mesa, con la polla fuera de los vaqueros, mientras el otro se la metía de un empujón, cogiéndole por las caderas.
Ella gritó de placer, mientras iba lamiendo al otro y me miraba con esa cara de vicio que me pierde. Me encanta ver como se corre. Sus orgasmos son largos, un espectáculo maravilloso, y después de correrse cuando le comen el coño le encanta follar, y así es capaz de seguir tres o cuatro veces seguidas. En ese momento, tenía su placer en mis manos, yo dirigía la obra y ella solo era una actriz a mis órdenes, no era necesario decir nada. Nos entendíamos con la mirada y yo sabía bien lo que necesitaba y quería y me encantaba dárselo. Mientras se la follaban, primero uno y después el otro, yo le iba calentando más aún, diciéndole cosas que sé que le gusta oír, me salían solas. Ella les pidió que se corrieran encima de su cuerpo, sobre sus tetas, porque sabe que es algo que tenía ganas de ver hace tiempo. Se había corrido unas cuatro veces y aún tenía ganas de más.
Los dos invitados nos dejaron solos, tras la oportuna despedida. Ella se sentó en el borde de la mesa otra vez y me miró, yo estaba situado enfrente de ella, bastante cerca.
—¿Me vas a follar ya de una vez, o qué? —me dijo, atrayéndome con las piernas y con la mirada echando fuego.
—Vístete, que nos vamos —respondí, sonriendo.
—De eso nada —dijo, casi cabreada. Yo volví a sonreír, y besándola, la tranquilicé.
—Nos vamos, pero a un sitio más cómodo, donde te voy a demostrar lo caliente que me has puesto, que llevas toda la noche y lo que acabo de ver ha sido el remate. Prepárate.
Su respuesta no se hizo esperar.
—Estoy más que preparada. El que tienes que temblar eres tú.
Y yo no me puedo resistir a ella cuando me reta a algo.
Magnífico 🙂
Muchas gracias por pasar por aquí 😉