Las redes sociales temáticas arden a menudo con mensajes de mujeres diciendo que están hartas de recibir interacciones masculinas desafortunadas, por ser comedida, porque algunas son más bien maleducadas. Gente que no conocemos de nada que se dirige a nosotras como “perras”, “putas” o “zorras” cuando tenemos el rol de sumisa o similares, y cuando tenemos el de dominante, se nos tiran a los pies cual gusano arrastrado, “a sus pies, Señora”, como si nos valiera cualquiera. Si tenemos el rol switch imaginaros. No es nada nuevo, y sucede desde que el mundo es mundo y existe internet, pero hoy me ha dado por pensar y voy a lanzar mi teoría sobre cuál es el motivo por el que sucede esto. No será porque las mujeres no hayamos dicho por activa y por pasiva que no, que esto no nos gusta y reaccionamos de manera negativa (bloqueando o ignorando los mensajes) en un altísimo porcentaje de las ocasiones. Ya sabía el resultado de antemano, pero para contar con datos frescos, ayer mismo hice una encuesta rápida en Twitter y no deja lugar a dudas: no sale a cuenta entrar a nadie de esta forma, porque la inmensa mayoría reaccionamos de manera negativa.
Y si no funciona, ¿por qué lo siguen haciendo?
Al darse de alta en una red social como Fetlife (kinky/BDSM) o entrar en una sala de chat o Discord de esta temática algunas personas se meten en una fantasía, donde durante el tiempo que permanecen en ella se “olvidan” de quienes son en realidad, personas normales y corrientes, padres, hijos, esposos, trabajadores corrientes y puteados que tienen que lidiar con la vida y sus vicisitudes. Lo pongo en masculino porque en una abrumadora mayoría sucede con personas de este género, aunque alguna mujer hay, pero pocas, poquísimas, de manera casi anecdótica. Total, que se dan de alta en una red social o chat temático sobre BDSM, con el rol de “dominante” o “sumiso”. Desde el momento en que entran en el “universo” BDSM parecen olvidarse de que son personas y se centran en la fantasía. Tienen una “doble vida”, la de verdad, la dura realidad, y la ‘bedesemera’, donde pueden desfogarse. Se han hartado de ver vídeos donde los ‘amos’ llaman a las sumisas “perra”, “puta” o “zorra” y los sumisos se tiran a los pies de ‘amas’ gritonas que los humillan y escupen. Y llegan a la –errónea– conclusión de que esa es la realidad del BDSM. Y que las personas que están en la red social también están ahí por el mismo motivo que ellos. Y que si se dirigen a una mujer con el rol de sumisa no le va a importar que la llame así: al fin y al cabo, si se ha puesto “sumisa” será porque le gusta que la insulten, ¿no? Y si se ha puesto “Ama” aceptará que cualquiera se ponga de rodillas ante ella, menudo chollo.
Cuando estas personas empiezan a interactuar con otras personas, lo hacen pensando que los demás están en la red social por los mismos motivos que ellos. Y ahí es donde está el (craso) error, amigos: en las redes sociales BDSM hay PERSONAS y les gusta ser tratadas como tales. Es un error dirigirse a alguien pretendiendo obtener un alivio rápido, normalmente virtual, sin tener en cuenta que detrás de cada ‘nick’ hay alguien con problemas y comeduras de cabeza, sin saber si van a aceptar ese tipo de interacción. En un porcentaje muy alto de los casos ni siquiera pretenden llevar la interacción ‘bedesemera’ a la realidad, con un intercambio de mensajes a través de chat es suficiente. Con eso ya les da para desfogarse y evadirse de su realidad y piensan que el resto de usuarios (y sobre todo usuarias) hacen igual. Para eso estamos ahí, ¿verdad?
Los usuarios torpes (“gañanes” les llamaba en un escrito en Fetlife) son objeto de burlas y chanzas por parte de usuarias y usuarios (y algunos de estos usuariOs seguramente fueron “gañanes” en algún momento de sus vidas). Pero no hay que perder de vista que hay otros habitantes de las redes sociales un poco más hábiles e inteligentes y que se mueven en ellas como peces en el agua. Y que piensan igual que los “gañanes”: que están en la red social para usar y tiran a las personas que hay, como si de ‘kleenex’ se tratara, solo que lo hacen de un modo más sibilino e inteligente, incluso adornándolo de encantadora educación y saber estar. La diferencia entre ellos y los gañanes es que hacen daño, porque a los segundos se les ve venir, en cambio estos consiguen lo que quieren a base de engatusar y envolver. Y si no se tiene cierta experiencia en detectarlos y manejarlos, pueden ser muy dañinos. Ojo con ellos, pues.
Desde ya advierto a estas personas –si es que alguno llega a leerme, que lo dudo mucho– que están equivocados. Que es un error pensar que todo el mundo funciona igual que nosotros y que hay que “rascar” un poco más, señores. A los gañanes, que si pretenden tener éxito y contactar con mujeres se lo van a tener que currar, o van a ligar menos que el chófer del Papa. Y a los sibilinos que se anden con ojo, porque un día se pueden encontrar con la horma de su zapato.