En una de estas tardes tontas en las que estaba en una sala de espera haciendo tiempo leyendo uno de esos encendidos y apasionados debates en Fetlife, hete aquí que di con varios comentarios que hicieron que la cabeza me diera dos vueltas de campana. El resumen de todos ellos era que una sumisA (sí, en femenino) no puede negarse a tener una relación no-monógama, porque –ah, y aquí viene la frase clave– ‘eso no es BDSM’. O lo que viene siendo un “porque el BDSM es así porque sí” de manual, como una casa de grande.
Se me pusieron los pelos más tiesos que al minino del GIF. Volvemos a lo de siempre: la única norma inamovible del BDSM es que todo lo que se haga debe ser voluntario y aceptado por ambas partes, dominante y sumisa. Y no, el BDSM no se hace de ninguna manera determinada porque alguien lo diga, ni nadie debería decir cómo ha de ser o no. Con una base fundamental (que lo que se haga sea consentido y aceptado por ambas partes), todo lo demás es cosa de cada cual. Por más que a ti te parezca que lo que hace Fulanx o Zutanx “no es BDSM”. ¿Lo que hace Fulanx o Zutanx se puede categorizar dentro de las siglas BDSM? ¿Sí? Pues cállate la boca. Quizá lo que haces tú a Fulanx le parecerá que tampoco es BDSM. E incluso aunque no se pueda categorizar de manera inequívoca dentro de las siglas. Cállate la boca también, aunque lo pienses para tus adentros. Vive y deja vivir, carallo. Que la vida son dos días.
Tal era mi espanto que –craso error– escribí un ‘estatus’ en Fetlife y expresé mi indignación. Tendría que haber esperado a llegar a casa, abrir una cerveza, reposar las ideas, respirar hondo y soltarlo todo en esta entrada, pero estaba como los toretes, así que me lancé como los ídem y escribí:
“Para que sea BDSM tiene que acordarse TODO lo que se haga. Si no, no es BDSM, tiene un nombre más feo.”
Fetlife permite escribir un número limitado de caracteres en los estatus, así que tuve que añadir un comentario donde explicaba a qué me refería exactamente en el primer comentario:
“Y dentro de lo que hay que acordar, está el tipo de relación que se va a tener, monógama, liberal, poliamorosa… No está escrito en ningún sitio que BDSM=varias personas en la relación. Se acuerda entre los implicadxs. Y no pasa absolutamente nada. Se busca a personas compatibles y chinpum”.
Los primeros comentarios no se hicieron esperar, y hablaban, sobre todo, del conocido como ‘consensual no consent’, esto es, “consensuar no consensuar”, o que la persona sumisa cede el poder de decidir a la persona dominante, confiando en su criterio y sentido común y estando totalmente tranquilx porque confía tanto en esa persona que se pone en sus manos sin dudar. Y evidentemente, no era por ahí por donde quería ir. Pero claro, es lógico que se lea lo más corto y lo más rotundo. Y el primer post lo era, reconozco que me pudo el calentón y reconozco mi error, ‘mea culpa’. De lo que yo quería hablar era de lo que puse en el segundo comentario, pero claro, aquello ya era imparable y los comentarios se multiplicaban diciéndome entre líneas o incluso abiertamente “qué aburrida eres, seisCuerdas. Es mejor que todo fluya y es mejor no consensuarlo TODO”.
Solo por aclarar diré que, por propia experiencia, es bueno hablar y dejar la menor cantidad posible de cabos sueltos que ir ‘al tran-tran’ según avanza el tiempo y la relación y se van acumulando cosas sin hablar del todo bien, pero entiendo que todos hemos sido novatxs y hemos tropezado —como yo— y se aprende a hostias. Es complicado. Se conoce a una persona y te gusta en su conjunto. Si se habla de TODO nada más empezar, quizá no se llegue a nada, y es difícil renunciar a alguien que te gusta, o te pone, o ambas cosas. Por eso es bastante frecuente que se den por supuestas o pongamos en manos del “sentido común” cosas que no deberían ponerse jamás. En primer lugar, porque el sentido común es el menos común de los sentidos, y en segundo, porque presuponer que los “sentidos comunes” de dos personas que no se conocen, o se están conociendo, van a coincidir plenamente es mucho suponer.
Y aquí engancho con el tema sobre el que quería hablar en esta entrada. El meollo del asunto. La no-monogamia dentro del BDSM. Boom. Porque este es uno de esos temas polémicos y ‘calentitos’ en BDSM. Así que agarraos, que vienen curvas.
La no-monogamia
Voy a decir una obviedad tan grande como un piano de cola, pero es que es así: todas las relaciones que no son monógamas son no-monógamas. Da igual si hay sentimientos implicados, solo sexo o solo BDSM. Una relación monógama la compone una persona que está con otra, sin ninguna interacción, ni sentimental ni sexual con otras. Luego ya, dentro de la no-monogamia hay todo un abanico de posibilidades y opciones. Por ejemplo, las relaciones poliamorosas, donde se pueden tener varios ‘vínculos’ sentimentales a la vez. O el acuerdo de mantener una relación sentimental con una sola persona, pero relacionarse a nivel sexual con otra, u otras. Si queréis profundizar sobre este tipo de relaciones os aconsejo el blog Golfxs con principios, donde podréis encontrar mucha información sobre este tema. Yo voy a centrarme en la no-monogamia dentro del BDSM.
La no-monogamia en BDSM: de la ‘casa’ del amo en la antigüedad y el harén a la actualidad
En las relaciones en BDSM tradicionalmente se sigue el modelo del amo de la antigüedad, el que poseía una casa donde todo lo que había en ella era suyo, esclavxs incluidxs, como una propiedad más. Así, un amo podía tener tantos esclavxs como quisiera y pudiera mantener en su casa, ya que era responsable de ellxs. Este concepto enlaza también con los harenes, como los del antiguo Egipto, donde había una Gran Esposa Real, o la esposa principal del faraón y reina, y las esposas secundarias. Después estaba el harén, con las concubinas, que eran mujeres al servicio del monarca, cuya función era, además de procurarle placer, darle descendencia, porque la mortalidad en aquella época era elevada, y muchas veces pasaba que alguna concubina “ascendía” a esposa secundaria. Para convertirse en Gran Esposa Real, o bien se tenía el linaje apropiado (muchas veces se casaban entre hermanos), o había que entrarle muy por el ojo al faraón. Este fue el caso de la famosa Nefertari, una esposa secundaria de Ramsés II que eclipsó en importancia a la principal, Isis-Nefert, y la desbancó, convirtiéndose en Gran Esposa Real y pasando a la posteridad representada en el templo de Abu Simbel con el propio Ramsés —algo impensable en la época— y por su bellísima tumba en el Valle de las Reinas en Luxor. Fue una mujer inteligentísima y ‘viva’ (en el sentido de espabilada) como ella sola, supo vivir en su época y adaptarse a su tiempo, haciendo que el narcisista Ramsés —qué asco le tengo, no me escondo— la adorara y les diera un lugar privilegiado, a ella y a su descendencia.
Volviendo al tema, que me pierdo, en los harenes, además, existía la figura de la jefa del harén. Una mujer que “educaba” y mantenía al gusto del faraón a las demás, y también mantenía el orden y la compostura.
Traduciendo todo esto a los conceptos que se usan tradicionalmente en BDSM, hay una ‘casa’ donde el amo tiene (de manera figurada) a sus esclavas o sus sumisas bajo su protección. La sumisa o esclava ‘alpha‘ haría el papel de jefa del harén, “educando” y enseñando a las demás sumisas cómo le gusta que se hagan las cosas al amo. El harén en BDSM en lugar de llamarse así tiene el espantoso nombre de ‘cuadra’, esto es, que cuando un amo dice tener una ‘cuadra’ significa que tiene a varias esclavas o sumisas con su mismo collar. El collar en BDSM significa que una persona dominante se hace responsable de otra sumisa, como los amos en la antigüedad, tal como hemos visto hace un rato.
Bien, vamos a volver de ‘Quo Vadis’ y el evocador antiguo Egipto y regresemos al siglo XXI y a la actualidad. Os habréis dado cuenta —y si no ya os lo digo yo— de que todo el tiempo he usado el masculino, y no el genérico para hablar de hombres y mujeres. Y es porque, de manera tradicional, tanto en la antigüedad como en BDSM que un hombre estuviera con varias mujeres, en calidad de lo que sea, esposa, concubina, o amante, ha sido aceptado como algo posible y correcto. Cosa distinta era lo contrario, porque, como vimos en la entrada sobre la castidad en BDSM, que una mujer hiciera lo mismo era un grave problema, porque no se podría saber de qué padre serían sus hijos, salvo por parecido físico y conjeturas poco fiables. Todo esto es para explicar que el modelo amo/esclavxs de la antigüedad/harén se ha traído y adaptado al BDSM y se ha asimilado con una facilidad pasmosa que eso “es así ‘desde siempre’, desde el inicio de los tiempos, ‘porque el BDSM es así’ y no hay discusión posible”. ¿Desde siempre? Y digo yo, ¿desde cuándo empieza a contar ese “siempre”? 🙄
¿Os dais cuenta de que estamos trayendo al siglo XXI modelos de sociedades de la Edad Antigua, ampliamente superados ya? ¿Que los esclavos y esclavas de la antigüedad lo eran porque les habían comprado o capturado y no tenían libertad para decidir, lo mismo que las mujeres que formaban parte de los harenes egipcios? Ejem, estamos en la Edad Contemporánea, han pasado muchos siglos ya. Y estamos queriendo trasladar un modelo donde las personas no tenían la libertad de escoger a una época donde, gracias a todos los dioses, sí la tenemos, para decidir cómo y de qué forma nos queremos relacionar con nuestra pareja, ya sea en una relación exclusivamente D/s o sentimental y D/s.
Ah, ya. Estoy viendo alguna manita por ahí levantada que apunta: vale, seisCuerdas, pero en BDSM, mientras se consensue lo que se haga está bien, ¿verdad? ¿Por qué está mal querer vivir esta fantasía del harén o de la ‘casa’ romana, como quien juega a hacer de jefe que le da unos azotes a su secretaria porque ha puesto faltas de ortografía en un informe? Y no, claro que no está mal. Mientras se considere de esta forma, como una fantasía. Pero el problema viene cuando en las relaciones D/s o en el BDSM se asume como ‘lo normal’ la no-monogamia, como ‘lo que hay que hacer’, sí o sí y, lo más grave, ‘porque sí’. Se asume que una persona dominante siempre va a querer tener una ‘cuadra’ y que una persona sumisa siempre tiene que estar dispuesta a estar en una, como si hubiera vuelto a la antigua Roma, saltándose el necesario paso de consensuar si lo desea o no.
En ningún caso quiero que se interprete que pienso que una relación no-monógama no se pueda dar, ojo cuidao. Lo que digo es que no existe ninguna obligación de ello. Y también que la persona dominante que quiera tener más de una persona sumisa a su cargo debe decir de manera clara meridiana que habrá otrxs sumisxs, y que es una posibilidad real y cierta antes de empezar la relación. No una vez empezada y de repente, decir: “hola, vas a tener un/a hermanitx”. Así se llaman en BDSM lxs sumisxs con collar de la misma ‘casa’ o persona dominante, ‘hermanxs’. Ahora sí me estoy refiriendo a personas dominantes de género masculino y femenino. De manera tradicional, las dominantes de género femenino eran dominatrix —trabajadoras sexuales, aunque siempre insistían en que no lo eran porque no realizaban el coito ni ninguna actividad sexual con los sumisos con los que estaban— y no entraban en la definición de D/s, sencillamente, porque que un hombre fuera sumiso de una mujer era impensable, por los roles de género tradicionales. Que paguen por ello por “vicio”, bueno. ¿Pero que quisiera someterse de manera voluntaria a una mujer? ¡Eso no es un ‘hombre de verdad’, sino un pelele, hombre ya! Por eso, tradicionalmente son muchísimo más frecuentes las ‘cuadras’ de varias sumisas y un amo que las que una ama con más de un sumiso, que no sea dómina profesional.
La complejidad de la no-monogamia
Podría hablar sobre los problemas que existen en las relaciones no-monógamas en BDSM, igual que podría hablar sobre lo mismo en relaciones vainilla, pero no lo voy a hacer, porque no es el objetivo de esta entrada. Evidentemente son relaciones más complejas de mantener y de vivir que una relación monógama, básicamente porque si aumenta el número de personas en la ecuación, la cosa se complicará de manera evidente, obvio. Es necesaria mucha comunicación a la hora de expresar los sentimientos y una gran transparencia, es decir, que todas las personas que forman parte de la relación estén enteradas de lo que ocurre y en qué momento está cada uno de sus integrantes. También mucha sinceridad con unx mismx y con las demás personas. Y lo cierto es que muchas relaciones no monógamas fracasan por fallos graves en la comunicación. Por ejemplo: no hablar a tiempo, ocultar cosas por miedo a hacer daño, o, sencillamente, meterse en algo que claramente queda muy grande y es complejo de gestionar. Usando una expresión taurina, que no me gusta nada, pero me parece adecuada en este caso: “Manolete, si no sabes torear ‘pa qué te metes”. Piensas que es muy guay y muy chulo tener a dos personas sumisas pero… ¿te has parado a pensar que es una responsabilidad multiplicada por dos? ¿O solo te has imaginado haciendo un trío o sesionando con las dos y se te ha nublado la capacidad de razonar? 🤔
Resumen y conclusiones
Para terminar la entrada, como siempre, hago un pequeño resumen de las ideas clave: la no-monogamia no es obligatoria en BDSM, ni siquiera en D/s. Si eres dominante no tienes por qué tener una ‘cuadra’, o varixs sumisxs, y si eres sumisx no tienes por qué aceptar que alguien te diga que por el hecho de sumisx has de entrar por el aro de vivir en una relación no-monógama ‘porque sí. Tienes derecho a escoger el modelo de relación que quieres vivir, solo faltaría. Que nadie te diga lo contrario. También hemos analizado de dónde viene el modelo de no-monogamia que se acostumbra a usar en BDSM de manera tradicional.
Hasta la siguiente entrada, lectores y lectoras.