La castidad en BDSM

Estamos en octubre y desde hace unos años es habitual leer por redes sociales o escuchar por la escena ‘bedesemera’ lo del locktober, esto es, lo que viene siendo pasar todo el mes de octubre en castidad, a modo de reto, y frecuentemente lo hacen las personas que tienen polla llevándola enjaulada con un dispositivo de castidad, o jaula (CB, chastity belt, o cage, jaula en inglés). Mucho menos frecuente es que lo hagan personas que no tienen pene, pero de eso hablaremos más despacio después. Vamos por partes. 

Recomiendo leer esta entrada con las gafas de la ironía puestas y fijándose bien en las comillas y la cursivas, que para algo las he puesto, y también teniendo en cuenta que cuando hablo de aspectos de la sexualidad femenina y masculina tradicional lo hago de manera genérica, o de lo usual para una gran parte de la población. No venga nadie a decir “pues yo soy hombre y yo no…”, «pues yo soy mujer y…» y cosas similares. Que nos conocemos.

No tengo ni idea de dónde viene el #locktober. Imagino que de la brillante ocurrencia de alguien que tuvo éxito y se quedó asentado, tal como sucedió con el día del 24/7, que se popularizó por las fiestas que hacía Kurt Walter Fisher, el dueño y fundador del Club Rosas Cinco de Barcelona ese día jugando con la fecha y lo del 24 horas del día 7 días a la semana. Lo mismo sucedería con el día del spank, el 8/8, aunque de este día desconozco de dónde procede la idea. Sé que se juega con que los ochos y la barra parecen estar uno sobre el regazo del otro —ya hay que tener imaginación, ¿eh? xD— y supongo que procede también de algún evento que se celebrara en algún local que empezó a hacerse de manera recurrente ese día y se popularizó como día del spank. Y así todo.

¿Qué es la castidad en BDSM? 

Según la RAE: 

1. f. Cualidad de casto.

2. f. Virtud de quien se abstiene de todo goce carnal.

Podemos tomar la segunda acepción, la de abstenerse de todo goce carnal, porque incluye cualquier tipo de goce. La finalidad es evitar que la persona tenga orgasmos, no evitar el sexo ni anular el deseo sexual, sino únicamente el final feliz, la satisfacción. Es muy frecuente combinar el ‘edging’ (llevar al límite del orgasmo varias veces) o el orgasmo arruinado, que es lo mismo, pero una sola vez. 

¿Por qué gusta la castidad en BDSM?

Básicamente, porque controlar el deseo de alguien que te cede el poder de hacerlo es muy placentero para quien guste de dominar, esto es, tomar el control sobre las acciones de alguien. Bueno, y también porque algunxs dominantes son(mos) un poquitín cabrones. También hay un placer sádico y retorcido en hacer sufrir a alguien que suplica por poder correrse, tal como ocurre en algunos de mis relatos, como por ejemplo en “Money”, donde la “pobre” Ele “sufre” las maldades que le hace «padecer» Jota. A quién se parecerán ambos, ejem, ejem 😬

Pero ojo cuidao, porque, como tantas otras prácticas y aspectos dentro de la sexualidad y el BDSM, la castidad no está libre de un sesgo de género muy importante, es decir, que no es igual cómo se lleva a cabo en la ‘femdom’ (dominación de mujer a hombre) que en la ‘maledom’ (de hombre a mujer). Ni tampoco las razones. Veámoslas en profundidad. 

La castidad en la ‘femdom’: la anulación del deseo

Cuenta la leyenda que en la práctica del femdom cuanto más tiempo está un hombre sin correrse, “más sumiso y entregado es”, y además así “mantienen el interés, porque «si se corren ya no quieren hacer nada”. Por eso, la teoría clásica ‘femdomiana’ dice que nada de eyacular, y por supuesto nada de correrse (ambas cosas no van siempre unidas en personas que tienen pene). Evidentemente, nada de sexo convencional, y de ahí una de las razones por las que (seguramente) en el BDSM no se folla.

¿De dónde viene esta idea? De que los hombres son seres que están todo el día con la libido por las nubes, queriendo pajearse como monos y sobre todo y más importante, que no pueden evitarlo, que está en su naturaleza y que “necesitan descargar semen. De estas ideas erróneas vienen otras mucho más peligrosas y de las que no voy a hablar hoy, pero básicamente, la idea es que el hombre es un ser con una sexualidad desbordada y desbocada, y para más inri, no lo pueden evitar, pobres. En la cantidad y número de eyaculaciones se mide la hombría, y también que un hombre pueda fecundar a una hembra, y de aquellos barros vienen estos lodos. Ya lo tenemos. Controlar la frecuencia y la forma en que un hombre sumiso practica el onanismo (a todas horas, no nos olvidemos, ¡que tienen ganas a todas horas!) es quitarle una parte importantísima de su rutina, y por eso es una de las primeras cosas que se suele pedir cuando se habla de una posible relación D/s con una mujer dominante. Por motivos similares también se pretende que cedan el control de su dinero, algo importantísimo para ellos, que son los cabeza de familia y responsables durante eones de llevar el dinero a casa, pero eso lo veremos en futuras entradas.

El ‘macho’: ese ser descontrolado e impulsivo, deseoso de sexo a todas horas. Para ‘poder dominarle’ hay que anular y reprimir su impulso sexual, quitándole lo que ‘más le gusta’

Porque sí, la castidad es una práctica que gusta a muchísimos sumisos. También a muchas dóminas, pero sentirse controlados de esa forma (recordemos, les quitamos la hombría, la capacidad de decidir si se dan placer, si follan, si eyaculan) les encanta. Es una pescadilla que se muerde la cola, porque cuanto más controlados se sienten, más se excitan. Y más si se les estimula, que ahí también hay mucho placer sádico

En fin, por los distintos motivos que he explicado un par de párrafos más arriba, la mayoría de las actuaciones de las dóminas de la vieja escuela ‘femdomiana’ van dirigidas a controlar, incluso a anular,  el impulso sexual masculino. Como ‘por su naturaleza‘ no lo pueden evitar, es por esto que hay que ponerles un cinturón o ‘jaula’ de castidad (chastity belt, CB, o cage, en inglés), claro, porque son pobres seres sin voluntad y con una libido descontrolada. Por eso deben llevar la ‘jaulita’ puesta a todas horas y la llave de la misma la guarda la dueña del sumiso o guardiana de la llave (keyholder en inglés).

Personalmente, me parece mucho más divertida la castidad sin dispositivo, que la tentación la tengan bien a mano y les cueste controlarse y también la negación del orgasmo combinada con el ‘edging‘, esto es, llevar al borde del orgasmo, o el puteo de toda la vida, sin anular el impulso sexual —al contrario— y que aguanten lo que puedan, e incluso la tortura de que se queden cerquísima del orgasmo y castigar si no consiguen controlarlo. Todo ello combinado con una degradación intensa, en caso de que guste esta práctica. Sí, ya sé, hay que quererme así 🤷‍♀️. Para ver ejemplos de esto podéis leer el #microrelato7, “Cruel”, o el relato “Para mí II”, donde esta vez es Ele la que hace “sufrir” al “pobre” Jota.

Llevar una jaula de castidad por tiempo prolongado puede ser peligroso, y hay que tener mucho cuidado. Además de quitarla cada cierto tiempo para poder mantener la zona limpia es necesario escoger cuidadosamente un dispositivo de buena calidad y materiales adecuados, que no provoque alergias (ojo a las de metal) o que haga rozaduras o impida llevar una vida normal. Se supone que hay que notarlo, pero no perder el pene en el intento, vamos, digo yo xD. En este hilo de Twitter de la usuaria Domthora_DeGuardia hay mucha y buena información sobre precauciones a la hora de llevar una jaula de castidad de lectura casi que obligada para quien guste de usarlas. Ahí os lo dejo enlazado, y sed sensatos, por favor os lo pido.

También tengo una opinión muy personal y es la de que pocos sumisos aguantan todo ese tiempo que dicen algunos que aguantan sin eyacular. Lo creo una fantasía de estas que se cuentan por las redes sociales para demostrar que “soy el sumiso del año, y los que no lo hacen son unos ‘guarrucios’ que no se entregan. Pues mira, majo, no. Si esto es lo que te gusta, hazte tu paja (mental) tú solito, pero no digas cosas en público que pueden influir de manera muy negativa en otras personas. Obviamente, la castidad es una práctica que se consensua y se elige, y no va en pack indivisible cuando un sumiso entra al servicio de una dómina porque el BDSM es así y ya está. Que no. Que no hagáis cosas solo porque las hace fulanito o menganito o porque se repita hasta la saciedad que sí. Y tampoco está bien imponer a una posible ama el hecho de tener que llevar la jaulita porque sí. Como cualquier otra cosa, habrá que hablarlo.

La castidad en la ‘maledom’: quiero que seas muy puta, y además, quiero controlarlo

La otra cara de la moneda es que los dominantes masculinos quieren justo lo contrario de sus sumisas, esto es, tal como digo en el ladillo de este bloque, que sea muy puta, que tenga un comportamiento más parecido al que hablábamos hace un rato de los hombres, un impulso sexual descontrolado y para esto suelen hacer cosas para tenerlas todo el día cachondas como monas dándole órdenes a distancia e incidiendo en aquello de que “eres mía y haces esto porque te lo ordeno”. Ya sabéis, hay que follarse a las mentes —¡cuantísimo daño hizo esta frase de la película Martín (Hache)!— y la mente femenina “prefiere” una estimulación más mental que física, cosa que no es cierta en todos los casos, evidentemente. Pero vamos a coger el pico y la pala y a excavar para ver de dónde viene eso de que lo que quieren los dominantes masculinos es que su sumisa sea muy puta.

A lo largo de la historia, y por desgracia, el impulso sexual femenino se ha anulado con estrategias mucho más sibilinas y efectivas que una jaula de castidad por motivos puramente biológicos y también antropológicos. Me explico. En la antigüedad, cuando no había métodos anticonceptivos efectivos, que una mujer tuviera un impulso sexual intenso era un problema, porque el hombre no podía saber con certeza si el hijo que iba a tener era suyo o no biológicamente. Hay casos en la historia que a día de hoy son auténticos misterios, como por ejemplo, el de Juana de Castilla La Beltraneja, la sobrina de la reina Isabel la Católica, de la que nunca se pudo demostrar si realmente era hija de su hermano, el rey Enrique de Castilla. Referencias históricas aparte, a lo que voy es que era necesario controlar la pureza del linaje, ¿y cómo se hizo? Bingo, con la religión. Solo era válido el sexo dentro del matrimonio, y con el único fin de procrear. Lo que estuviera fuera de esto era perseguido y considerado pecado. Y la mujer que se saliera de eso, marcada, señalada y condenada.

La actriz Carmen Sánchez poniéndose en la piel de Juana, la hija de Enrique IV de Castilla apodada ‘La Beltraneja‘ en la serie de televisión «Isabel«, que os recomiendo encarecidamente, si no la habéis visto.

Y estaréis diciendo, joder seisCuerdas, vaya chapa, que hoy hasta nos vas a dar clase de historia y antropología. Vale, sí, me he remontado un poquito atrás para explicar de dónde viene esto de que el impulso sexual femenino se haya tratado de reprimir desde siempre, pero creo que queda claro. Y no hay que ir tan atrás, que el final de la dictadura franquista, con su moral represora, no está tan lejano, y en nuestro país aún colean muchas cosas que proceden de esa represión. Sufrimos un retraso como sociedad de por lo menos esos cuarenta años que duró la dictadura, ya que se cortaron de raíz los avances con respecto a la liberación femenina de la República, al igual que en otros países europeos, y que en España no tuvieron lugar, produciéndose un retardo del que nos ha costado años recuperarnos.

Bien, después de semejante ‘speech’, que me he quedado muy ‘agustico’, a lo que vamos. Como la religión y las buenas costumbres han hecho históricamente que una mujer decente tenga que tener un impulso sexual escaso, se queda en nuestro ADN de un modo mucho más efectivo que cualquier jaula de castidad, porque que te juzguen y te digan que eres una puta por querer tener sexo en algunas sociedades es un estigma y un problema y ha sucedido —y por desgracia sigue sucediendo— en muchos lugares. Entonces, la actitud que se supone que ‘debe tener’ una mujer es la de no mostrar abiertamente su deseo sexual. Si lo hace es porque es ‘muy puta‘, y por tanto, su comportamiento no es adecuado. Vale. 

Y ahora llegamos — por fin— al BDSM y al ‘maledom’, que me ha costado. El objetivo del amo, pues, sería hacer que su sumisa sea muy puta, porque gracias al BDSM y a las cosas que él va a hacerle va a estar cachonda y mojada cual caracol todo el día. De ahí esas órdenes ‘clásicas‘ de llevar puestos juguetes sexuales durante el día, incidir en que “eres mía y hago lo que quiero”, “ve sin bragas”, “mándame una foto enseñándome tal parte de tu cuerpo”, o “mastúrbate todos los días”. Una vez ha conseguido que la sumisa en cuestión tenga un impulso sexual alto —y gracias a él, naturalmente— ya viene la segunda parte, que es controlarlo. Si la sumisa en cuestión ya venía con ‘tarita’ de serie y ya era ‘muy puta‘, ‘muy zorra‘, o como queráis llamarlo, trabajo que se ahorra el amo, pero algunos se quedan sin recursos cuando se les quita el trabajo de tener que hacerlo y no saben cómo manejar esa situación. 

Las referencias y comparaciones del comportamiento de una mujer “decente” con las de una profesional del sexo también serían analizables, pero si lo hago vais a dejar de seguirme por cansina, y no es la idea. Y también lo de llamar a los hombres puta, putita y similares cuando se les feminiza, cosa que, dicho sea de paso, me horroriza, y algún día escribiré un tochaco similar a este profundizando en ello, ya podéis temblar. 

¿Otro tostón como este? Nooooooo 🤦🏼‍♀️

Por todo esto que he explicado, la castidad femenina, y mucho más llevando dispositivos de castidad apenas se practica, o tiene una frecuencia muchísimo menor que la masculina. El cinturón de castidad que en la antigüedad los maridos ponían a sus esposas para evitar que quedaran embarazadas de otros hombres (supuestamente lo hacían para ‘protegerlas’ de las violaciones, pero ja) mientras ellos estaban en la guerra o donde fuera hoy en día tiene solo el sentido de hacer que la sumisa se sienta controlada, e incómoda, y solo sirve si su impulso sexual o libido es muy alta. Si le pones un cinturón de castidad a alguien que apenas tiene ganas de tener sexo o masturbarse… pues ‘pa qué. Sin embargo, puede ser muy divertido en el caso contrario, y hay dispositivos de castidad femeninos muy bonitos.

Resumen y conclusiones

Por hacer una recopilación de cosas importantes que hemos visto en esta entrada, la castidad en BDSM es una práctica asociada al control (se decide el comportamiento de la persona sumisa) y también a la disciplina (se puede usar como castigo ante un incumplimiento de una norma o un comportamiento no deseado). Es más frecuente en la dominación de mujer a hombres que en la de hombres a mujeres, porque tiene un marcadísimo sesgo de género, por razones históricas y antropológicas. Y es un práctica más que no tiene por qué ir asociada en pack indivisible con la dominación, la femenina en especial, por mucho que agrade a un importante porcentaje de personas.

No dejéis de seguirme por cansina, que a veces hasta os cuento cosas entretenidas 😝 Nos leemos en la próxima entrada.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.