Escrito en febrero de 2012
¿Quieres que actúe para tí? Por supuesto que lo haré, no me subestimes.
¿Te gustó reconocerte en el personaje? A mi me gustó ponerte en él…
Gracias por inspirarme a los dos… 😉
Un zumbido en mi bolsillo me avisó de que me había entrado un mensaje nuevo de Whatsapp. Lo saqué de allí y, lentamente, levanté la funda que protege la pantalla y leí el mensaje:
“No se si te vas a atrever con esto”
A lo que yo, sonreí y, deslizando el dedo por la pantalla para contestar, pensaba en qué demonios se le podría haber ocurrido esta vez…
“Me subestimas, como siempre…”
Recibí su respuesta casi inmediatamente:
«AC Cuzco, 605, 21:30»
Un escalofrío, mezcla de excitación y de ¿temor? recorrió mi espalda entera. Dejé el mensaje sin leer, dejándole con la intriga —y la excitación —de saber si iría o no. Mi imaginación empezó a volar y tuve bastantes problemas para concentrarme en lo que estaba haciendo en ese momento, y durante el resto de la tarde. En las dos veces que tuve que ir al baño hasta que me fui a casa, encontré signos evidentes de mi excitación, e incluso no pude evitar acariciarme un poco. Pero mi calentura era demasiada para una paja apresurada en un baño. Necesitaba mucho más, mi mente estaba en llamas.
Por fin, dieron las 21:00. Durante ese rato, me mandó algún whatsapp más, que no leí, ni los miré, a pesar de que me moría de ganas. Me dio tiempo a coger el coche e ir hacia el sitio donde me había citado. Tenía un manojo de nervios en el estómago, y si mi mente estaba en llamas una hora antes, ahora ardía. Pero se me da muy bien aparentar serenidad y frialdad cuando estoy así. A pesar de que las manos me temblaban un poco y si hubiera tenido que hablar, la voz me hubiera temblado. Por fortuna, no tuve que sostener porcelana ni dar un discurso, por lo que la situación estaba salvada de momento. Miré el móvil y sólo en ese momento, leí el resto de los mensajes que me había mandado, sin prestarles atención, sólo para marcarlos como leídos. Eran las 21:30 en punto. Y yo estaba justo enfrente de la puerta de la 605 del AC Cuzco…
***
Llamé a la puerta con dos ligeros toques. Unos 30 segundos más tarde, se abrió. Él estaba allí, mirándome con una mezcla de desconcierto y sorpresa. Yo sonreí…
—¿Alguna vez me he rajado en algo que me hayas propuesto? —le pregunté, mirándole a los ojos y disimulando mis nervios.
Su respuesta fue cogerme de la mano, con una cierta impaciencia, y llevarme dentro de la habitación. Cerró la puerta tras de mi, y yo me apoyé un poco en ella, mirándole. Me encanta desconcertarle…
—No sé si vienes preparada para lo que te espera —me dijo, mirándome, y estudiando a su vez mi mirada, serio, pero sonriendo a la vez.
—¿Qué me espera?
—¿Estás nerviosa?
—Si te dijera que no, mentiría. Más bien, esperando saber qué se te ha ocurrido —sonreí
—Se me ha ocurrido que quiero que hagas lo que yo te vaya diciendo, como si te estuviera dirigiendo.
No me podía creer que fuera así de fácil…
—¿Y ya está? Me decepcionas…
Vi una sonrisa muy sospechosa en su cara.
—Tú sí que me decepcionas, al pensar que soy tan predecible…
Ahora sus ojos estaban echando fuego. Me acerqué un poco a él y le devolví la mirada, retándole. Acercándose, me besó casi con violencia, con mucho deseo contenido y ganas. El bolso, que aún no había soltado, cayó al suelo, le siguió el abrigo y luego la camisa. Ahí paro, de momento, de quitarme ropa, me quedé con el sujetador negro bordado en blanco, la falda, las medias y los zapatos de tacón negros. Le veía con ganas de seguir, pero conteniéndose, lo que no dejaba de mosquearme. Entonces, él se colocó por detrás de mí, y, empezó a hablarme al oído mientras, de vez en cuando, me besaba y daba ligeros mordisquitos en el cuello. No le hacía falta para tenerme peor de lo que ya estaba, pero digamos que esto acabó de arreglarlo…
—¿Te acuerdas de aquel chico que te gustó en esa fiesta?
—Me gustan muchos chicos en las fiestas —le respondí
—No… muchos no, este te gustó en especial —siguió hablándome al oído. Y ahora recordé a qué chico se refería.
—Creo que sí, que sé quien dices…
—Pues le he invitado a que venga —continuó susurrándome
Esto era demasiado, hasta para él.
—Joder… Reconozco que me has sorprendido
—Y tú me has acojonado un poco, cuando no me respondías esta tarde, con la que he tenido que armar para traeros a los dos aquí, sin saber que iba a estar el otro… ¿Vas a ser mi actriz porno? ¿Harás con él lo que yo te diga?
—Me subestimas —le respondí, dándome la vuelta de pronto y mirándole a los ojos
—Eres una delicia, ¿te lo he dicho alguna vez?
—Podrías decírmelo más a menudo- sonreí, besándole en los labios
Se miró un momento el reloj y me miró a los ojos sonriendo
—Debe de estar al llegar, espero que sea tan puntual como tú
Y efectivamente, segundos más tarde, en la puerta sonaron dos golpes secos…
***
Era él. Un chico que me había gustado mucho en la última fiesta a la que habíamos ido juntos. A mi gusto: alto, moreno, buen cuerpo y ojos oscuros. Me pregunté qué le habría dicho para traerle hasta allí. Su cara de sorpresa al verme fue bastante divertida. Antes de que pudiera hacer o decir nada, yo silencié sus labios y le tranquilicé con unas palabras al oído. Comprobé que su sorpresa había pasado y, es más, le había gustado eso de ser hombre objeto. Le llevé hacia la cama, me arrodillé en ella mientras miraba al “director” de la película, que estaba sentado en un sillón cerca de la ventana. De momento, su mirada me daba permiso para que actuara según mi criterio, de manera que así lo hice. Yo arrodillada en la cama, y él a los pies, de pie, fui desnudándole despacio, recreándome en su cuerpo y en las caricias. Entonces recibimos la primera orden…
—Quítale los pantalones, despacio, y empieza a chuparle la polla
Yo fui haciendo lo que me pedía, sin dejar de mirar a los ojos al otro actor y de reojo a quien me estaba dando las instrucciones. Cuando le bajé los pantalones, su polla estaba enorme, excitada, y no me hice de rogar. Me la metí en la boca, mientras escuchaba otra orden, en la que él le decía que me quitara el sujetador y me acariciara las tetas. Estuve un rato comiéndosela, hasta que escuché que parara, y que me follara por detrás. Por supuesto, me coloqué mirándole de frente, mientras sentía la polla del otro entrar perfectamente en mí, por lo caliente que ya estaba desde hacía horas. Recibimos unas cuantas órdenes más, de cambios de postura, hasta que, estando yo tumbada de espaldas y con las piernas arriba, le vi que se acercaba, la mirada incendiada de puro morbo.
—A cuatro patas ahora, y cómeme la polla a mi
Sonriendo, le hice caso, poniendo todo el interés del que soy capaz, quería hacerle perder los papeles, sabía que estaba tan caliente como yo, o más, me encantaba sentir la excitación de los dos, y que yo era la responsable de ella. Estuve un rato en esa postura, que me encanta, y luego cambiamos, y fue él quien me folló un rato mientras se la comía al otro. Hasta que le anuncié que me iba a correr, y empecé a hacerlo, mientras ellos se sincronizaron sin necesidad de palabras, parece que los dos querían ver lo mismo: mi cuerpo bañado por los dos orgasmos. Colocándome boca arriba, les dejé que me llenaran entera, lo hicieron casi a la vez, terminando yo de acariciarles con la mano y con la lengua, y fundiéndonos los tres en un beso delicioso, mientras ellos no dejaban de acariciarme para llevarme al cielo otra vez.
Siempre me ha gustado el cine.